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Solo los periodistas enamorados salvarán el periodismo

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José Alberto García Avilés
Periodista y profesor en la Universidad Miguel Hernández

A principios de 2024, un amigo periodista me contó sus inquietudes:

– “En la redacción llevamos mucho tiempo en la rueda del hámster. Cubrimos temas flojitos, de carril. Con esta dinámica, cuesta mucho sacar buenas historias. El modelo de negocio no va bien. Las suscripciones se estancan porque no promocionamos bien lo que hacemos y no generamos suficiente valor para los lectores. Dependemos del tráfico, de Discover, de los contenidos virales, del clickbait… Es una batalla perdida. Cada vez hay más polarización. Enfrentamientos. Y nerviosismo. Ahora, con la Inteligencia Artificial, vamos como pollos sin cabeza”.

Una de sus frases aún resuena en mis oídos:

– “Nos estamos cargando la ilusión, nos estamos cargando el periodismo”.

Aquella conversación fue un aldabonazo. Le siguieron otras muchas, con diferentes interlocutores, y la misma música de fondo: los compañeros y compañeras comparten su incertidumbre, hartazgo, desilusión, ansiedad…

Entonces decidí aportar mi granito de arena a la profesión y, especialmente, a los compañeros que lo están pasando mal. Intentar ser parte de la solución en lo que buenamente pueda.

En abril de 2024 inicié un viaje por 16 países europeos con objeto de conocer de primera mano a una treintena de profesionales que están transformando el periodismo. Seleccioné a cada uno de ellos tras un proceso de investigación y profundicé en su trayectoria, su visión y sus logros. 

Decidí no incluir los medios de comunicación en nuestro país. Por ese motivo, obvié a los periodistas españoles –salvo dos excepciones, Mario Tascón y Mar Cabra– y puse el foco en otros países europeos. Tampoco abordo los medios en Estados Unidos ni el fascinante periodismo que se lleva a cabo en Latinoamérica.

He conocido medios nuevos y tradicionales, públicos y privados, grandes y pequeñas redacciones en Alemania, Austria, Dinamarca, Eslovaquia, Estonia, Finlandia, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Suecia, Suiza, y Ucrania.

He conversado con periodistas en sus redacciones, en las cocinas y despachos de sus casas, o en oficinas improvisadas en una cafetería y en la sala de espera de un aeropuerto. Mediante videoconferencia. He charlado con gente curiosa, inteligente y profundamente enamorada del periodismo, que aporta soluciones a los problemas de la profesión.

En una época de tanta incertidumbre y cuando todo cambia tan rápido, el liderazgo de estos periodistas me llena de esperanza.

Me emociona la magnanimidad y fortaleza de Daryna Shevchenko, CEO del diario ucraniano The Kyiv Independent, sometida a un continuo estrés por la guerra que pone en riesgo su salud y, en ocasiones, su vida. 

Me fascina la determinación de Carine Fouteau, directora del diario francés Mediapart, absolutamente implicada en defender la independencia de sus profesionales, impulsar su trabajo de investigación y estrechar lazos con los lectores y suscriptores.

Me impresiona la inteligencia y la visión de David Schraven, cofundador de Correctiv, un medio sin ánimo de lucro que promueve un periodismo al servicio de la sociedad en Alemania. Sus iniciativas fortalecen la implicación ciudadana y la democracia.

He sido testigo de la energía de Alison Gow, exdirectiva del mayor grupo regional de medios en Reino Unido; de la entereza de Luca Sofri, el veterano director italiano con vocación de ‘pinchadiscos’; de la pasión de Florence Martin-Kessler, que hace posible que los periodistas cuenten sus historias desde un teatro en París; del empuje de Gerold Riedmann, editor de un prestigioso diario austríaco; del entusiasmo de Anna Górnicka, cofundadora de una iniciativa que está revolucionando el periodismo en Polonia; de la vitalidad creativa de la reportera portuguesa Sofía da Palma.

Les agradezco su generosidad. Por haberme dedicado su tiempo. Por la amplitud de sus respuestas a mis inquietudes. Por estar disponibles para facilitarme un dato, resolver una duda o darme ánimo a lo largo de la escritura de este libro.

Hemos hablado no sólo sobre asuntos profesionales y tecnológicos sino, sobre todo, cruciales: ¿Cómo puede el periodismo recuperar su relevancia? ¿De qué modo los medios lograrán ser económicamente sostenibles y editorialmente independientes? ¿Qué iniciativas periodísticas destacan en Europa? ¿Cómo integrar la IA en las redacciones? ¿Cómo contar historias que conecten? ¿Qué hacer para escuchar a los lectores y conocer sus necesidades?

A estos 32 periodistas de 16 países europeos los llamo “las águilas y los colibríes” de la profesión. A través de las metáforas de las “águilas”, líderes que inspiran con su capacidad de elevarse sobre las adversidades, y los “colibríes”, periodistas versátiles que enfrentan desafíos con energía y optimismo, surge un periodismo que se reinventa en tiempos de crisis económica, tecnológica y de credibilidad.

La tesis del libro es que urge recuperar la esencia del periodismo, el respeto a la verdad, la ética y la ecuanimidad.

Estos líderes nos recuerdan que el periodismo auténtico sigue siendo un pilar indispensable para nuestras democracias. Sus logros y su visión muestran que el periodismo en Europa está lleno de vitalidad, con un futuro prometedor, aunque no faltan quienes se empeñan en augurar lo contrario.
Estos profesionales son fuente de inspiración para quienes creemos en el poder transformador del periodismo y su capacidad de reconectar con las audiencias al tiempo que abraza la innovación. Y nos devuelven la esperanza.

De vez en cuando asisto a congresos donde se habla de reinventar la profesión y “salvar” al periodismo. Suelo escuchar frases como “Hay que renovar el modelo de negocio”, “Pongamos al usuario en el centro” o “Incorporemos estrategias que aporten valor”. Pero rascas un poco y aparece el vacío.

“Salvemos el periodismo” es la banda sonora de la profesión en las últimas décadas.

Muchos gurús aseguraron que internet, Facebook, las redes sociales, Google, y ahora, la Inteligencia Artificial salvarían el periodismo. Pero sabemos que no es cierto. Ni la tecnología, ni los agentes externos, ni los gurús salvarán nada de nada.

En la ceremonia de confusión que nos rodea, el periodismo se ha convertido en un ‘cajón de sastre’ donde encajan todo tipo de realidades. A cualquier cosa se le llama hoy ‘periodismo’.

En la jerga académica se habla de periodismo algorítmico, alternativo, aumentado, automatizado, ciudadano, cívico, computacional, constructivo, de datos, de marca, de proximidad, de soluciones, digital, explicativo, “gonzo”, high tech, hiperlocal, humano, humanitario, inmersivo, interpretativo, lento, móvil, multimedia, mutante, narrativo, online, robot, social y transmedia. Estos 30 adjetivos representan 30 modalidades del periodismo. Y estoy seguro de que habré olvidado alguna. 

Sin embargo, todas esas etiquetas sobran. Son ‘apellidos’ que desnaturalizan su esencia.

Hablemos de periodismo “a secas”, sin edulcorantes, conservantes, ni aditivos que lo adulteren. La clave es el sustantivo. Lo importante es que sea periodismo al cien por cien.

Cuando estudiaba esta carrera me explicaron que el periodismo consiste en explicar lo que sucede de forma veraz y ecuánime, aportando el contexto y lo que necesita saber la ciudadanía. Investiga y fiscaliza a los poderosos, pues es un servicio público indispensable.

Muchos periodistas han perdido el norte y avanzan sin rumbo. Se dejan llevar por los cantos de sirena de los algoritmos, la IA, las redes sociales o la última moda. Están desorientados. Los periodistas con los que he conversado, en cambio, transmiten una energía muy potente. Les mueve la pasión por investigar, descubrir la verdad y contarla con rigor e independencia. Hablan con sus audiencias, las escuchan, les ofrecen la información que precisan y soluciones a sus problemas. Su trabajo cimenta la salud democrática en nuestra sociedad.

Necesitamos hombres y mujeres verdaderamente independientes, que no se casen con nadie. Profesionales que investiguen y trabajen en contacto directo con sus audiencias. Que descubran las mejores historias y las cuenten de forma original.

Porque sólo los periodistas enamorados salvarán el periodismo.

José Alberto García Avilés (2025). Águilas y colibríes: periodistas innovadores en Europa. Sevilla. Ed. Playhacks.