Señores de IWE:
En la página 12 del IWE del mes mayo de 1993, he leído con interés su nota “¿SIG o GIS?” con el comentario sobre la traducción o no al castellano de términos extranjeros y especialmente las siglas, planteado a raíz de los SIG (sistemas de información geográfica).
Como la defensa de nuestro idioma es un tema que siempre me ha preocupado, me gustaría participar en esta polémica.
Propongo la aplicación de las siguientes reglas para intentar romper el dilema de la traducción o no traducción de los términos técnicos extranjeros:
- No se traducen las siglas extranjeras que ya están muy arraigadas en la literatura técnica castellana. Pero sí se aconseja acompañarlas de su correspondiente desarrollo traducido. Por ejemplo: ROM (memoria de sólo lectura), ascii (código normalizado americano para el intercambio de información).
- En cambio, se traducen todas las siglas y expresiones de las cuales existen dos versiones en la literatura técnica española, la extranjera y la castellana, aunque la extranjera esté más arraigada. Ejemplos: SGBD (sistema de gestión de bases de datos) pero no DBMS (database management system), SID (sistema de información para directivos) pero no EIS (executive information systems), distribuidor pero no host, orientado a objetos pero no object oriented, etc.
- Se traducen todas las expresiones y siglas de nueva creación, es decir, de las que no existe ninguna tradición en la bibliografía técnica española por tratarse de innovaciones técnicas o científicas. Por ejemplo, interfase orientada a documentos, y no document oriented interface.
Estas tres reglas se resumen en una: preferencia por la traducción a la lengua castellana.
Comprendo que se les presenten dudas al traducir términos que en su mayoría los técnicos utilizan en su lengua original. Por supuesto creo que la claridad del texto se debe mantener siempre; por ello aconsejo, en caso de ambigüedad, indicar al comienzo del artículo el vocablo extranjero junto a la traducción elegida.
De esta manera, IWE estará en sintonía con las revistas de mayor prestigio en el terreno del periodismo técnico y científico, algunas de las cuales no utilizan ni tan solo expresiones tan arraigadas como “hardware”, sino que prefieren términos como “soporte físico”, “ordenador”, “equipos”, etc., según los casos.
En esta misma línea están incluso las grandes multinacionales como Microsoft o IBM, que desde hace algunos años intentan que sus manuales no contengan expresiones extranjeras a cada párrafo, y están haciendo un esfuerzo para traducirlas al castellano.
De esta forma, IWE contribuye también a la defensa del idioma, labor que corresponde a todos quienes se dedican a escribir, y no a quien sólo se dedica a leer. Es decir, quienes hacen una revista y quienes escriben en ella tienen una responsabilidad respecto del idioma que utilizan. El idioma no se crea en las Academias de la lengua, sino precisamente en los medios de comunicación, en revistas, libros, etc., que son quienes más influyen en estos momentos en la formación del mismo e IWE no puede escapar a la cuota de responsabilidad que le corresponde.
Atentamente,
María del Valle Palma Villalón (en la foto)
Universitat Pompeu Fabra (Barcelona)
Tel.: +34-3-484 99 00; fax: 484 99 99
Respuesta de IWE
Estimada lectora,
Gracias por su opinión. La regla que Vd. nos ofrece puede ayudarnos en algunos casos, aunque nos tememos que, efectivamente, seguiremos teniendo angustiosas dudas en otros. Según Vd., el primer día que un periodista español escribió sobre el recién estrenado cd-rom hubiera tenido que escribir ya dc-msl (disco compacto-memoria de sólo lectura), ¿quizá el pueblo le hubiera seguido?, ¿quizá se hubiera quedado solo…?
En la Redacción hemos convenido y aceptado unas reglas comunes de aplicación obligatoria, con alguna flexibilidad en algunas pocas expresiones (p. ej.: online y en línea, host y distribuidor de bases de datos). La discusión de su carta ha vuelto a ocasionar nuevas polémicas internas. Algún miembro de la Redacción opina que inventar expresiones castellanas simplemente para que no sean inglesas no es realmente “proteger” el castellano, sino contribuir a compartimentar más la torre de babel con palabras que eran de dominio universal (de origen inglés, pero universales) y que ahora hay que aprender además en castellano. La radical regla de pureza “traducir o vernaculizar todo concepto nuevo” puede aislar a quienes la apliquen, según lo que haga el resto. En el fondo es un problema de estética (traducir) contrapuesta a funcionalidad (idioma original).
Hemos pensado que la realidad práctica ha demostrado que ni todo es traducción ni todo versión original, fruto quizá de la tibieza y del eclecticismo actuales. Depende de cada palabra, de cómo suena, de sus equivalencias castellanas, de su longitud, etc. Nuestra amable lectora dice que los medios de comunicación tenemos influencia para hacer caminar hacia un lado u otro, pero a nosotros en particular nos gustaría no forzar nada y comunicar con los lectores con las palabras que den la mejor sintonía en el momento actual.
Pero bueno, lo tendremos en cuenta.
Gracias.
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Esta información se publicó en la revista Information World en Español (IWE), n. 19, noviembre de 1993, p. 17.