Por Xavier Poch i Farré

A pesar de su gran importancia, la Biblioteca Apostólica Vaticana no aparece descrita muy a menudo, y en las bases de datos se encuentra poca bibliografía sobre ella. IWE ofrece esta información que recibió recientemente, después de interesarse por su informatización.
Fundada oficialmente por Sixto IV en 1475, quien nombró su primer bibliotecario (aunque algunos argumentan que fue Nicolás V quien la había fundado unos veinticinco años antes), la Biblioteca Vaticana es una de las grandes colecciones de documentos de la Humanidad. A lo largo de sus más de 500 años se ha ido enriqueciendo con aportaciones de todo el mundo, entre ellas algunas colecciones famosas: en el s. XVII la biblioteca de Federico V del Castillo de Heildelberg que Maximiliano de Baviera regaló a Gregorio XV por su apoyo en la toma de la ciudad, y las colecciones de los Duques de Urbino; a finales del XVIII se compró la colección Vettori, Barberini, Ferrajoli, De Luca,… y más recientemente la de la Accademia dei Virtuosi, etc.

Aunque las cifras varían según las fuentes consultadas, la Biblioteca Vaticana guarda alrededor de 1 millón de libros (de los cuales unos 10.000 son incunables), 100.000 manuscritos autógrafos, 200.000 grabados, monedas y medallas, y más de 2.000 publicaciones periódicas.
En 1952 Pío XII hizo fotocopiar la mayor parte de los manuscritos y depositó las copias en la Universidad de St. Louis, Missouri, para salvaguardar su contenido de una posible destrucción.
Empieza la informatización
En 1927 se había abandonado la famosa normativa de catalogación propia, para utilizar el modelo de la Library of Congress de Washington. Sin embargo, la tercera y última edición de la versión vaticana de estas Norme per il catalogo degli stampati apareció en 1949. Con ellas se llegó a tener un catálogo de más de 6 millones de tarjetas, entre entradas principales, secundarias, por materias, topográfico y reenvíos.
Debido al poco espacio disponible en las salas de lectura, cada vez con una afluencia mayor de estudiosos, y a la creciente dificultad para localizar los libros (y quedan muchas colecciones sin catalogar), en 1985 se iniciaron los estudios para informatizar los fondos. Se hicieron numerosas visitas a grandes bibliotecas y finalmente se decidió adoptar el sistema canadiense Geac 8.000 que se inauguró en septiembre de 1989, con sistema operativo UNIX y con formato USMARC. Había 50 terminales conectados en diferentes dependencias del Vaticano. Con la informatización se adoptaron también las normas de descripción bibliográfica AACR2 (Anglo American Cataloguing Rules), aunque conservando las Normas Vaticanas de encabezamientos de materias.
Se ha tenido en mente crear una red de bibliotecas, y de hecho hay algunos terminales fuera de la Ciudad del Vaticano, como en la Facultad de Magisterio “Maria Ss. Assunta” de Roma, pero las universidades pontificias romanas trabajan independientemente de la Biblioteca Vaticana y recientemente adoptaron de forma conjunta el sistema israelí Aleph.
La bdd de la Biblioteca Vaticana está dividida en tres partes:
– materiales impresos (incluidas las revistas);
– objetos artísticos; y
– manuscritos y documentos de archivo.
Sin embargo los Archivos Vaticanos se encuentran aparte, y siguieron un proyecto de informatización especial para archivos diseñado por un equipo de la Universidad de Michigan.
La Biblioteca Vaticana es consciente de que es un punto de referencia importante en la comunidad científica internacional y quiere avanzar en el empleo de las nuevas tecnologías de la información, por lo que además de continuar la retroconversión de los catálogos se está planteando publicarlos en cd-rom.
Fuentes:
Xavier Poch i Farré, Biblioteca, Monestir de Montserrat. Tel.: +34-3-835 02 51; fax: 828 40 49
Weston, Paul G.; Pernigotti, Attilio. La biblioteca nel computer, pp. 147-161. Città del Vaticano, 1990.
Geac Computers France, Catherine Bony. Tel.: +33-1-4585 96 00
Las fotos son de la web de la Biblioteca.
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Esta información se publicó en la revista Information World en Español (IWE), n. 6, julio de 1992, p. 4.