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Giorgio Trevisan, un “infócrata” de la Comisión Europea

Por Tomàs Baiget

Giorgio Trevisan Afable y de trato agradable, Giorgio Trevisan (en la foto) es un italiano que lleva cerca de 20 años trabajando en el sector de la información electrónica desde la Comisión de la Unión Europea en Luxemburgo. Su gran experiencia y conocimiento de la idiosincrasia comunitaria le han convertido en un pozo de ciencia en la materia, cuyo consejo es digno de ser tenido en cuenta.

Actualmente, como miembro senior de la DGXIII/E es Administrador Principal encargado de la red de difusores locales o puntos focales, los llamados National Awareness Partners (NAPs) del Programa Impact (Information market policy actions).

Giorgio, has sido un testigo de excepción de las acciones de la Comisión Europea en nuestro campo. Danos tu punto de vista, tu perspectiva, que ya podríamos llamar histórica, de la evolución que se ha producido en estos años.
– Sin entrar en mayores detalles, la actual DGXIII/E es la sucesora de la primera unidad de trabajo que hace algo más de 20 años inició las primeras acciones para introducir la idea de mercado de la información. Por supuesto, en aquella época de “mercado” real aún nada, pero la Comisión tuvo desde el principio la intención de anticiparse en el tiempo; y este papel lo ha ido llevando siempre, presionando para que la industria de la información fuera poniéndose a la altura necesaria.

Mediante proyectos piloto, redes de tecnología avanzada (como en su tiempo fuera Euronet), encuentros de los diferentes actores del sector (hosts, productores y editoriales, y usuarios) organizados en Luxemburgo, conseguimos poner en marcha muchas iniciativas. Yo diría que hasta demasiadas para lo que los hábitos atávicos de la sociedad europea, que encima sufre la fragmentación idiomática, estaba preparada para digerir.

¿Son diferentes las acciones actuales de la Comisión de las de antaño?
– Sin duda. El énfasis se dirige ahora hacia la promoción de un auténtico y tangible mercado de la información. Cuando empezaron los sistemas online, p. ej., no se tenía ni idea de su valor comercial. No es que hoy sea muy fácil, pero actualmente se puede saber de una forma mucho más aproximada qué valor tienen los diversos productos y servicios de información.

Igualmente, entonces los usuarios eran solo unos pocos iniciados en centros de investigación. En cambio, hoy hablamos de la “sociedad de la información”.

Ha sido como pasar de la época de los pioneros del Far West a la del Silicon Valley. Hace años uno tenía la sensación de predicar en el desierto, especialmente en los países menos desarrollados. Sus gobiernos, con otras prioridades y otra mentalidad, tenían dificultades para entender la introducción de una política pan-europea en el nuevo sector.

¿Consideras que la Comisión ha actuado correctamente con su política? Por ejemplo, Barry Mahon (IWE-20, pp. 5-6) criticaba en cierta ocasión que la Comisión hubiera dado muchas pequeñas ayudas, que a la larga han quedado diluidas, en vez de unos pocas importantes, a la “sombra” de las cuales hubieran podido crearse industrias potentes y competitivas.
https://www.scimagoepi.com/conferencias-de-barry-mahon-en-madrid
– Respeto totalmente esta opinión de Mahon, pero lo que hubiera podido suceder en un sector tan imprevisible como éste, con una política diferente, está abierto a todo tipo de suposiciones que él es muy libre de hacer. Estoy de acuerdo en que las ayudas no deben desmenuzarse mucho, ya que deben poder permitir que los proyectos lleguen a su completo desarrollo, o sea, no quedarse en simples maquetas sino dar lugar a productos y servicios comercializados.

A lo largo de estos años transcurridos hemos conseguido que entraran muchas empresas y organizaciones a proveer productos y servicios de información electrónica, y hemos implicado a muchísimos más profesionales.

También tomaría mucho tiempo (podría ser el tema de un artículo entero) discutir si la Comisión en sus convocatorias debería dirigirse más a las pequeñas o a las grandes empresas. Hay razones a favor de ambas políticas.

Hasta ahora la actitud de la Comisión ha sido “salomónica”: en los concursos habidos se han ido experimentando ambos enfoques. Por diversas causas de tipo práctico puede suceder que en la convocatoria vigente actualmente se haya producido una mayoría de empresas relativamente grandes, pero en el texto de la misma no se sugiere ningún tamaño financiero de los solicitantes.

Lo que sí intentamos asegurar, especialmente desde las últimas convocatorias, es que los proyectos, seleccionados cuidadosamente y tutelados en sus diferentes fases, lleguen realmente a venderse en el mercado.

La Comisión va “tirando del carro” todo lo que puede, como recuerdo se decía en el número de IWE que se repartió a los asistentes en las Jornadas de Gijón, pero avanza lo que le dejan los países.

Por nuestra parte estamos satisfechos. Creo que hemos contribuido mucho a crear la nueva sociedad de la información. Y no sólo realizamos acciones puntuales. También hemos marcado claramente las pautas a seguir: el Libro Verde de las Telecomunicaciones, el reciente Libro Blanco de Delors, el informe Bangemann

¿Cómo ves la situación de países como los nuestros, Italia, España y los demás del grupo de los llamados “menos favorecidos”?
– Con tensiones y tiras-y-aflojas, no se puede negar que la Unión Europea está limando diferencias entre los países. Poco a poco Europa irá siendo un solo Estado, y sus regiones irán gozando de las mismas posibilidades.

En mi opinión se ha conseguido acelerar el desarrollo del sector información en las regiones más pobres. Qué duda cabe que la igualación trae consigo también un cierto grado de uniformización. La Comisión tiene el deber de mejorar la comunicación intercultural, respetando las diferencias culturales y manteniendo el mismo grado de dignidad para todas las lenguas.

La industria de la información de estos países es especialmente sensible a esta problemática, ya que no les permite desarrollar productos de gran difusión, con series largas que permitan rentabilizar los grandes costes que tienen.

En cualquier caso, los países menos desarrollados pueden aprovechar las tecnologías de la información extranjeras para vehiculizar cultura e información en su propio idioma.

La Comisión ha promovido proyectos piloto especiales para los citados países, además de Irlanda, como Agrivideotex (1984-1989) que, aunque con un presupuesto relativamente pequeño, contribuyó a la introducción del concepto mismo de ‘servicios de información electrónica’ en el mundo agrícola, una de las áreas más marginadas socialmente.

Los resultados de Agrivideotex fueron diversos. En Grecia fue importante porque luego evolucionó para convertirse en el sistema de videotex nacional. Pero independientemente de su mayor o menor éxito inmediato en cada país, su efecto ha sido notable puesto que inició la creación de nuevos servicios como el del control automático de irrigación, y de información sobre agricultura (cultivos, plagas, precios en los mercados, meteorología, etc.).

¿Qué opina la Comisión de sus administrados?
– Creo que el proceso hacia la implementación de la sociedad global de la información necesita aún ayuda financiera de la UE para estimularlo. Muchas acciones no empezarían sin ella.

Algunos solicitantes entienden bien las misiones de la Comisión en las diferentes materias, pero en general hay un gran gap o distancia “cultural” entre la política de la Comisión y el tipo medio de empresario que pide ayudas. Las pymes (pequeñas y medianas empresas), especialmente, acostumbran a enfocar el problema de una forma simple y pragmática, con su mente orientada a su quehacer diario: “¿Qué ayudas financieras tiene la UE para cooperativas? ¿Qué acciones lleva a cabo la UE para estimular el reciclado de neumáticos usados?”

Los funcionarios entendemos las implicaciones financieras, sociales, medioambientales de estas preguntas, pero no disponemos de suficientes políticas o líneas de financiación para todas ellas. Encajar la matriz de ayudas y de peticiones no siempre resulta fácil o da lugar a resultados inmediatos.

En relación con la DGXIII/E, la red de NAPs en todos los países contribuye a clarificar las posturas de la Comisión entre los potenciales interesados en presentarse a los concursos y les ayuda a preparar las solicitudes. Sin embargo, los sistemas de información resultan ser siempre tan complejos que es probable que ninguno de ellos pueda delimitarse y especificarse técnicamente sin varias consultas y reuniones con los funcionarios de la Comisión responsables de las convocatorias, antes y después de presentar las solicitudes.

Giorgio Trevisan, JMO C4/20, DGXIII/E, Bât. Jean Monnet. L-2920 Luxembourg.
Tel.: +352-43 01 32 868; fax: 43 01 32 847

Nota: DGXIII/E es la abreviatura de “Dirección general XIII de Telecomunicaciones, mercado de la información y explotación de los resultados de la investigación / Industria y mercado de la información y proceso del lenguaje. Demostraciones y proyectos piloto”.

Foto de Giorgio Trevisan: © Tomàs Baiget

Esta información se publicó en la revista Information World en Español (IWE), n. 30, diciembre de 1994-enero de 1995, pp. 6-7.