Por Lluís Codina
Con esta inquietante pregunta titula Jeff Rothenberg, de la empresa Rand, su artículo sobre la durabilidad de los soportes digitales, publicado en el número de Investigación y Ciencia del pasado mes de marzo de 1995. A diferencia de otros artículos sobre el mismo tema, éste se centra en los aspectos lógicos del problema relacionados con la codificación binaria, antes que en los aspectos físicos, relacionados con la naturaleza de los soportes.
Los medios digitales, afirma Rothenberg, se quedan anticuados rápidamente. Y para apoyar su afirmación nos recuerda que los soportes digitales de los años sesenta y setenta
“no han logrado mantenerse legibles durante la centésima parte del tiempo que lo ha sido la Piedra Rosetta (…), que debe su preservación al impacto visual de su contenido, atributo del que carecen los medios digitales”.
Como hemos dicho, sus argumentos no se basan en la degradación física de los soportes digitales, sino en la incompatibilidad lógica y física en la que rápidamente caen. Rothenberg piensa en términos archivísticos o museísticos, es decir, piensa en períodos de decenas o de centenas de años, y advierte del peligro de que dentro de cincuenta años un cd-rom actual será imposible de leer, no porque se haya degradado el material de soporte (que quizá también), sino porque ningún equipo informático estará preparado para leerlo, de la misma forma que ningún ordenador actual puede leer las tarjetas perforadas de los años cincuenta.
El problema es grave, porque, como demuestra el autor, se trata de un problema recursivo. Un documento digital siempre necesitará de un documento físico o material, como un escrito en papel, donde se explique cómo interpretar las corrientes de ceros y unos que forman el documento digital. Además, se necesitará una especificación sobre cómo debe ser el controlador de software y el hardware de lectura necesarios para leer el documento digital. Si tales explicaciones se codifican también digitalmente y se incluyen en el propio documento digital, entonces hará falta un documento en papel que explique cómo leer el segundo documento digital que explica cómo leer el primero, etc. La cadena nunca tiene fin.
El autor realiza unas estimaciones de obsolescencia de diversos soportes digitales y calcula que dentro de 10 años ya no podrán leerse los actuales discos ópticos y que, dentro de 5, ya no podrán leerse los actuales disquetes de 3,5″, en ambos casos por obsolescencia lógica, no por degradación del soporte (en cuyo caso, aumentarían los tiempos de obsolescencia a 30 y 10 años respectivamente).
Este problema podemos experimentarlo ahora mismo. Muchas empresas tienen cientos de tarjetas perforadas, cintas magnéticas o discos duros antiguos, pero no tienen ya ningún ordenador en funcionamiento con periféricos preparados para leer esos antiguos formatos. Si los datos que contienen no están también registrados en papel, no podrán recuperarlos jamás (a un precio asequible, claro).
Visto con una perspectiva de decenas o de centenares de años, y pensando en términos de patrimonio cultural, el problema es, ciertamente, preocupante, porque, por ejemplo, es impensable que dentro de 50 o de 100 años exista la más mínima posibilidad práctica de leer alguno de los muchos cd-roms actuales. De este modo, la humanidad puede perder una parte importante de su patrimonio cultural, salvo que la información vaya actualizándose cada vez a los nuevos soportes digitales.
Aunque el autor propone algunas soluciones basadas en la adopción de una “norma de información contextual” y el sucesivo volcado de documentos digitales a nuevos soportes, él mismo no parece muy convencido y acaba deseando suerte a las generaciones futuras.
Aunque no se comparta el pesimismo del autor, el artículo vale la pena por las ingeniosas argumentaciones que contiene y por las interesantes paradojas que pone de manifiesto, agazapadas en el problema de la interpretación de las series de bits.
Fuente: Rothenberg, Jeff. “¿Son perdurables los documentos digitales?”. Investigación y ciencia, marzo 1995, pp. 8-13.
Lluís Codina. Universidad Pompeu Fabra (Barcelona)
codina_lluis@fcsc.upf.es
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Esta información se publicó en la revista Information World en Español (IWE), n. 34, mayo de 1995, p. 4.
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